La mariposa y la bruja

Ayer, en una jornada cruzada por la gripa, volví a sentir el viento en la cabeza luego de casi once años de no hacerlo. El pelo largo fue, primero, un desafío, una de esas formas inocentes de rebeldía joven con la que pretendía escupir en el reglamento arcaico de un colegio en duelo con el nuevo siglo. Luego —cuando ya no hubo coordinadora cruel ni rector metiche que me dijera que hacer con mis mechas— el pelo fue sólo pelo, una mata frondosa pegada a la cabeza que motilaba cada tanto para no pecar de semejanza con una trapeadora. Finalmente, y es la fe que sostengo, descubrí que lo mejor que podía hacer era darle un uso a restos de mi cuerpo que, de otro modo, serían apenas yesca en medio de un incinerador de desechos hospitalarios. Continuar leyendo «La mariposa y la bruja»